La autocompasión y la amargura del Sauce - Willow

El sauce pertenece, al igual que el álamo temblón (Aspen), a la familia de las salicáceas.
El salix vitellina, tal su nombre botánico, es una subvariedad del salix alba. Es un árbol de hasta 25 metros de altura que posee una corteza de color amarillo verdosa. El tronco principal mide de 3 a 4 metros y se ramifica en varios cepos. La planta es dioica, es decir que los verdes amentos femeninos y los pequeños masculinos crecen en distintos ejemplares.
Este árbol de crecimiento rápido rebosa de fuerza vital. Sólo basta colocar las ramas cortadas en el suelo para que echen raíces. No obstante, el sauce muere tan rápidamente como crece. La madera pálida y blanda se pudre con facilidad, dejando tras de sí troncos huecos en los que anida una variada fauna.
Desde épocas remotas el sauce fue apreciado como un árbol mágico relacionado con la melancolía, el luto, la muerte, la separación, el suicidio, el destino de cada ser humano y los hechizos. Se consideraba que crecía en lugares inquietantes como ríos, lagos, fuentes, lugares húmedos y la creencia popular lo vinculaba con las brujas, los gatos y la noche.
En cuanto al sauce eléctrico, se decía que actuaba como una antena captando emanaciones negativas como envidias e insultos, que conducía hacia las viviendas y luego allí ocurrían desgracias. Cuando se pensaba en hechizos y protecciones, siempre estaban presentes los sauces, los mimbres y los lugares donde éstos crecían.
El simbolismo se remonta a la Edad de Piedra, cuando los cazadores fabricaban las puntas de sus flechas imitando las hojas lanceoladas del sauce. Con ellas mataban a sus presas y enviaban las almas animales de regreso a la diosa Tierra.
Según Culpeper el sauce es un árbol unívocamente lunar. Bajo el signo de esta estrella próxima a la Tierra se encuadra todo aquello que crece y muere rápidamente, todo lo blando, putrefacto, flexible, acuoso y receptivo. Son ‘lunáticos’ los lugares pantanosos, las orillas de los ríos y las fuentes donde crece el género Salix (del celta sal = próximo, lis = agua). Sus varillas, con que se fabrican cestas de mimbre, flexibles y carentes de la dureza saturnina, también son ‘lunáticas’.
El sauce, como árbol lunar, pertenece a la diosa Blanca, la diosa de las fuentes y de la Luna, regidora del destino. La mitología relaciona este árbol con la diosa de los difuntos, Perséfone, con la terrible hechicera Hécate y con las náyades, ninfas de las fuentes, ríos y lagos que, como hijas del mundo subterráneo guardan la puerta del Hades, la entrada hacia el regazo de la madre Tierra, que es fuente de vida y de muerte. Según la mitología griega, Perséfone tenía un bosque de sauces en el infierno y la bruja Circe tenía un cementerio de sauces dedicado a Hécate. En épocas arcaicas se creía que los tenebrosos y nebulosos lugares donde crecen los sauces eran zonas de tránsito al mundo subterráneo, la frontera entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, y morada predilecta de los fantasmas. En la mitología sumeria, Bel era dios del sauce, convertido en Belenos en la mitología celta. Precisamente, en la cosmovisión druídica los árboles representan la percepción de los tres planos de conciencia, siendo el sauce uno de sus veintiún árboles sagrados.
Se dice que Judas se ahorcó en un sauce, y que desde entonces los sauces son huecos. Jesucristo fue azotado con varas de mimbre antes de ser crucificado. Esto le causó tanta tristeza al árbol que dejó colgar sus ramas convirtiéndose así en sauce llorón. En las Iglesias del norte de Europa, el Domingo de Ramos, se sigue celebrando con ramas de sauce en lugar de palmas. El lenguaje de las flores confirma este aspecto triste del sauce. «Las personas que llevan hojas de sauce indican que están solas y abandonadas», dice Hátzierin, monja de Augsburgo. En Gran Bretaña, la colocación de una rama de sauce en el sombrero simboliza el amor no correspondido. Se regalan ramas de sauce como signo del final de un amor.
El sauce crece en tierra muy húmeda, allí donde nadie quisiera habitar ya que el exceso de humedad y frío provocaría problemas artríticos, reumáticos y articulares. Al vivir en constante contacto con el agua, con el tiempo aparecen huecos en su madera donde se alojan gran cantidad de parásitos y finalmente se pudre.
El estado willow en su faz negativa acusa sentimientos ocultos de rencor, envidia, amargura, resentimiento, queja, proyectan la culpa en los otros, no pueden reconocer sus errores y desarrollan una cierta cuota de paranoia. Se muestran irritables, pesimistas, quejosos, depresivos, egoístas y se sienten ‘víctimas del destino’. Cuántas veces se eluden responsabilidades atribuyendo nuestros infortunios a la envidia, a la mala suerte, a un destino maligno, a fuerzas externas a nosotros, etc. A estas personas o situaciones aludió Bach con la esencia floral del sauce (Willow), a todo aquél que siente que siempre hay alguien o algo que es responsable de todo lo malo que le sucede.
La esencia floral Willow ayuda a superar la amargura y el resentimiento para recuperar la paz interior. Permite tomar conciencia de nuestras respuestas frente a toda situación vivida y responsabilizarnos de nuestros actos. Toda la fuerza del fuego contenida en las flores del sauce es capturada en el preparado potenciado de sus pétalos para enfrentar al vigor de lo acuoso y liberar a las almas amargadas y resentidas que se encuentran atrapadas en el oscuro infierno de Hécate, la diosa del destino.

Gabriela Ricciardelli

2 comentarios:

  1. Maravilla de descripción. Si no fuese literatura clínica, pensaríamos en poesia del medioevo...
    Muy preciso, documentado y terapéutico.

    ResponderBorrar